19 mar 2015

Hoy hace 16 años...

Imposible no rememorar aquel día voluble y cálido, aquel aeropuerto saturado de jóvenes impetuosos, repletos de sueños y ávidos por vivir, aquellas madres que enjuagaban su rostro con lágrimas y disfrazaron mil llantos y tristezas con aquella sonrisa que toda madre amorosa brinda a su hijo al abandonar su regazo y su cobijo; imposible no recordar aquellos padres que desesperadamente intentaban fundirse a sus hijos con largos abrazos y ocultaron incertidumbre al vernos aún niños(as) sonrientes e ingenuos. Y aquel momento fue congelado cuando el avión alzaba su vuelo y lloraron nuestros padres en tierra al vernos partir y lloramos también nosotros, volátiles, tristes, excitados e ingenuos, ante aquel viaje que nos acercaba a tierra lejana que en unos años se convertiría en nuestro hogar.

Hoy, 16 años han transcurrido desde aquel día que renuncié a parte de mí y llevé conmigo solamente aquel niño iluso, bondadoso y soñador, que grabó en su corazón la utopía que este mundo caótico podía mejorar, ese niño que buscó fortalecerse sin desistir sus raíces, sin desprenderse a sí mismo. -16 años- y la vida me volvió un hombre, ahora mi cabello es cano, mi sonrisa es la misma, aunque mis abuelos bendicen aún aquel mismo niño que un día jugaba con musgo; aún llevo conmigo el mismo niño que me obsequiaron mis padres y el mismo niño al que un día le colocaron alas; conservo la mirada firme y alegre, aún estrecho la mano sincera y ofrezco el abrazo a quien lo necesita, aún late el corazón servicial y afirmante que el bien prevalecerá. Aún vive conmigo el mismo niño que cree cambiará el mundo.

Hoy hace 16 años... aquel día nacional del padre, que el destino escribió mi historia en una página diferente desde una isla en el caribe, a la que llegué siendo solamente un niño y de la cual volví siendo un hombre con alma de niño.

Hoy, mi padre leerá estas líneas, quizás enjuague una lágrima y atesore en silencio aquel niño sensible, de voz entrecortada que animado jugaba diariamente en el campo con una bicicleta azul, recordará aquel niño confiado que subió un día al techo con una escalera gigante, pacientemente recorrerá los años y aquellos momentos cuando lo vió crecer.
Suspirará orgulloso y sonreirá.

A mi viejo:
Quien señaló el sendero del esfuerzo, me brindó aliento e inculcó humildad, moral y principios.

"Oíd, hijos, la enseñanza de un padre. Y estad atentos, para que conozcáis cordura." Proverbios 4:1

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