Antibióticos: La historia comenzó a citarlos hace menos de 80 años, civilizaciones antiguas (China, Egipcia, Griega) alababan las propiedades terapéuticas del moho y otras plantas ante diversas infecciones. La segunda guerra mundial incidió significativamente sobre el curso y comercialismo histórico de los antibióticos, que se conformaron en diferentes categorías según su mecanismo de acción y espectro, estructura química, grado de actividad y resistencia bacteriana y concentración en el huésped.
Su indicación y uso se basa en criterios específicos:
cuadro clínico, sitio de infección, prevalencia de resistencia bacteriana local, estado inmunitario del paciente, biodisponibilidad y accesibilidad del medicamento, cultivo positivo y antibiograma, edad, embarazo o lactancia, alergias asociadas, vía de administración, dosificación y duración del medicamento, enfermedades concomitantes.
Lamentablemente esto no ocurre y es cada vez más frecuente el uso no controlado de antibióticos conllevando complicaciones mediatas y tardías, entre ellas la resistencia microbiana; esto debido en parte a: escasos medios diagnósticos, pobre información médica pre y postgrado, calidad de dispensación, abastecimiento sin control, supersticiones y costumbres locales, polimedicación y antibioticoterapia combinada, divulgación comercializada por laboratorios fabricantes, elección de antibiótico ineficaz, dosis inadecuada y/o uso en infecciones víricas no complicadas, interrupción prematura, uso continuo a pesar de resistencia local conocida, etc.
Por lo que las autoridades sanitarias nacionales debiesen implementar diferentes medidas de contingencia ante este mal progresivo, entre estas:
*Formación inicial adecuada y reciclaje sistemático
*Mejor control en suministro y distribución de antibióticos
*Uso de mapa microbiológico in situ
*Elaboración y cumplimiento de protocolos intra y extra hospitalarios (áreas de salud, comunidades,etc.) Trabajo publicado por Dr. Rolando Sabín
Hace algunos días en nuestro centro, fue valorado un lactante de 5 semanas, con parto hospitalario, buen peso al nacer y sin complicaciones aparentes, previo al alta médica de madre e hijo, el neonato de 36 horas presentó episodio súbito de apnea momentánea y cianosis, que según la madre el cuadro desapareció totalmente cuando ella "aspiró las secreciones nasales de su vástago"... una enfermera que presenció esto, arrancó el bebé de brazos de su madre hasta depositarlo con un médico aduciendo se trataba de una "convulsión" o "algo grave que ella no podía explicar"... posteriormente:.. Ingreso en sala de neonatología, canalización venosa periférica, nebulizaciones, altas dosis de esteroide... la madre aclara que no contó con los recursos que el hospital pedía para realizar radiografías, tomografías, resonancia magnética, electroencefalograma, y muchos estudios sanguíneos; esta inocente criatura, sus 23 días ingresado y su cuerpecito de 6 libras conocieron al IMIPENEM, FOSFOCIL, FLUCONAZOLE, TAZOBACTAM, AMPICILINA, AMIKACINA, y VANCOMICINA (cuyo uso en ocasiones fue solamente por unas horas o algunos días, hasta que se anunciaba que debía comprar otro... esta madre soltera quien hizo mil esfuerzos por su criatura, continúa su relato sin poderse explicar porque le pedían tanta medicina si ella sabía que su niño estaba bien, quien en su última semana de ingreso toda su medicación fue por vía oral.
Al alta hospitalaria, un documento escueto con el diagnóstico: SEPTICEMIA SEVERA
¿A quien juzgar? ¿A quien cuestionar? ¿A quien culpar?
Dios los bendiga.
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