En mi alma tu vacío latía siempre cálido, anhelaba desde hace mucho tenerte sin saber como encontrarte; te buscaba en cientos de sonrisas, en miles de mentiras y continuamente fallaba; te busqué en corazones mortales ávido por escuchar de tí, mas no te mencionaban, su codicia y el corazón avaro siempre mostraban, y en sus manos egoístas no te sentía.
Durante años te busqué, creyendo buscarte, abrí un sin fin de puertas y la mirada ajena e inconclusa siempre volvía.
En mi vida sin tí, creí estar vivo. Sufrí. Herí. Más no viví: porque no estabas tú.
Entendí que no podría encontrarte al temer no merecerte. Comprendí que mi camino había errado.
Hace unas semanas sin querer te ví, estabas a solo unos pasos, te ví de día en un cuarto mohoso e iluminado, repleto de miedos y dudas, tú estabas con ella mientras yacía agónica y en su sonrisa y en sus lágrimas te ví, junto a ella te sentabas y en tu regazo descansaba.
Y luego hace unos días, en silencio yo sonreía, agradeciéndote las palabras certeras de alguien conocido:
"No estás aquí para buscarle, cada respiro y latido tuyo le pertenecen, él siempre ha estado en tí. Nunca te dejó".
A ustedes. Dios los bendiga.
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