Esta pequeña comunidad, que vive sumida en la extrema pobreza, situada en la ribera del Río Cangrejal, ciudad de La Ceiba, Honduras y en la que trabajé al menos una vez semanal durante el último año, brindando atención médica móvil a los pobladores de esta comuna, confieso que mi labor ha sido pobre y sin ese impacto que me brindase al menos una pizca de satisfacción. Los problemas de salud son gigantescos, desde carencia total de agua potable, suplida solamente por la presencia del contaminado Río Cangrejal, que indudablemente conlleva un sin numero de afecciones infecciosas y/o asociadas (completamente evitables), ademas del estado socio-económico precario de sus pobladores, bajo nivel en cultura sanitaria, hacinamiento en la mayoría de viviendas, deserción escolar mediada por la falta de ingresos, ausencias de programas gubernamentales de carácter humanitario, etc.
La comunidad sin duda llorará la partida de los misioneros mayormente activos, Mike y Ashley Troxell (matrimonio, que en escasas semanas parten a su país, con la salvedad que buscarán regresar y hacer de Honduras su hogar) y Lyssa Melonakos (interna que participó durante meses de este ministerio, actualmente en su país).
Cada misionero tiene una función específica, extender la palabra de Dios y que logre tocar muchos corazones y acepten a Jesús como su salvador. En ese tiempo , sin duda se comparten las risas, las lágrimas, los logros y fracasos.
Confiemos que mejoren las condiciones en que viven estos pobladores, y logren abastecerse de sus necesidades básicas.
Dios los bendiga.

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