24 abr 2015

Ladrón de sueños

Imagen tomada de Internet
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Interrumpí la consulta en "La Fé" y tomé un poco de agua, limpié mi rostro empapado en sudor e intrigado fijé la mirada en una niña semidesnuda que cruzaba el sendero, oscilaba quizás los 7 años, pero ya su diminuta cabeza cargaba tambaleante un enorme cubo con agua procedente del río, ¿Acaso no acontecía dicha escena en irrebatible horario escolar? ¿Cuántos niños(as) faltarían a clases ese día al cambiar sus libros por herramientas?¿Cuántos menores se volvieron esclavos en un trabajo no solicitado?. El panorama era lamentable, pero real; aquella niña era sólo una minúscula parte de una millonaria cifra de infantes que anualmente son orillados a prescindir su derecho a educación: sin opción a queja, una voz o un voto.

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BC -una niña local- quien es auspiciada por la familia Troxell, compartió junto a nosotros esa jornada, y con quien mantuve una amena y reveladora charla acerca de sus aspiraciones profesionales: estudiar medicina. Sus ojos vidriosos se perdían en el horizonte, sonriendo tímidamente mientras detallaba uno a uno sus objetivos; dulce, ilusa, ávida de vida y con un alma llena de esperanzas que no le permitiría vislumbrar siquiera un obstáculo en aquella orquestada travesía imaginaria. ¿Su meta?: Servir en su propia comunidad. Atónito digería cada una de sus palabras, y contemplaba sus ademanes, mientras veía mi vida fragmentada reflejándose en aquel instante, en su mirada infantil y en sus sueños.

Árbol en "La Fé"
Aquel niño humilde, sensible y amoroso de Armenia Bonito, quien se alejó un día, para volver convertido en hombre con el bolsillo vacío y un corazón billonario. Aquel mismo niño que no escuchó a los escépticos, quienes vociferaron desesperanzas e improbabilidades, y profesaban una y otra vez el fracaso inminente. Aquel mismo niño que un día soñó con ser médico.

BC guardó silencio, me miró fijamente y preguntó ¿Cree usted que un día yo sea doctora?... suspiré, sonreí y le respondí. No me convertiría yo en su ladrón de sueños.

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 Ese día confabularía en mi contra una vez más, mientras realizábamos un breve recorrido por la comunidad entramos a una vivienda pobre, en ella, una joven madre con un bebé en brazos despedía a su hijo de 6 años hacia la escuela; ninguno de ellos había probado bocado ese día. Y sin embargo, aquel pequeño niño de sonrisa fingida asistiría puntual a sus clases sin pronunciar una sola queja. 

Dios los bendiga.

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