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A mediados del siglo pasado surgieron varias declaraciones internacionales que defendían los derechos fundamentales del ser humano, entre estos derechos básicos y fundamentales, la salud fue indiscutible, ya que esta nos permite acceder a derechos mas complejos como el social y el político. La salud es un bien social, se comporta como un índice del bienestar y equilibrio de la comunidad y el individuo. La sociedad debe aspirar a mejorar continuamente este nivel de salud mediante acciones enérgicas sin distinciones entre sus individuos y la relación con el ambiente; por lo cual esta transformación no debe limitarse sólo a instituciones sanitarias o gubernamentales, ya que excluye gran parte del contexto social. Una reforma sanitaria requeriría una intromisión absoluta que busque implementar protocolos y doctrinas de salud acordes a nuestras necesidades sociales, renovación de toda estructura físico-virtual obsoleta o precaria y finalmente el establecimiento de nuevos modelos gerenciales con financiamiento que garantice su desempeño óptimo.
[ Rev Med Hond 2004; 72:110-113 ]
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En Honduras se observa desde hace varias décadas un deterioro físico, financiero y organizacional de toda la red sanitaria nacional, además que algunos sectores demandan por una rápida privatización del servicio asistencial de salud, sin que antes se evalúen todas las aristas y escenarios posibles de una realidad nacional caótica. La rudimentaria red de salud en Honduras si cuenta con algunos programas competentes, entre estos y quizás mi favorito el
Programa Ampliado de Inmunizaciones o PAI, el cual ostenta enormes resultados, mayor alcance nacional y sostenibilidad auspiciada por organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Con una infraestructura deficiente en hospitales y centros de salud, una atención médico-sanitaria que no cumple la calidad y la cobertura requerida, la imperiosa necesidad de inversión equitativa en estructura-equipamiento y el casi nulo mantenimiento de dichas infraestructuras durante décadas son algunas de las variantes que caracterizan nuestra red de salud.
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La Secretaría de Salud Hondureña cuenta con
1,635 establecimientos públicos de salud: 7 hospitales nacionales, 6 hospitales regionales, 16 hospitales de área, 436 CESAMO (centro de salud con médico general y odontólogo), 1,078 CESAR (centro de salud rural, atendidos por un médico o por una enfermera), 74 clínicas materno-infantil, 3 clínicas de emergencia periférica (CLIPER) y 15 CEO (centros escolares odontológicos). El IHSS (Instituto Hondureño de Seguridad Social) cuenta con 2 hospitales, 7 clínicas periféricas, 1 centro odontológico, 2 centros de medicina y rehabilitación y 1 centro de para atención del adulto mayor. Esto representa 10.1 médicos/ 10,000 habitantes, 9.5 camas hospitalarias/ 10,000 habitantes, 0.4 hospital/ 100,000 habitantes, 2.1 unidades de tomografía computarizada/ 1 millón de habitantes y 0.7 unidades de radioterapia/ 1 millón de habitantes. El gasto total en salud como porcentaje del Producto Interno Bruto-PIB es solamente un 8.5% y representa sólo el 11.5% del presupuesto anual hondureño.
El sector privado cuenta con 1,131 establecimientos de salud. [tomado de artículo]
El gobierno Hondureño publicó recientemente un decreto legislativo con el propósito de intervenir el sistema nacional de salud, mediante la creación de una junta interventora sujeta a presentar un informe trimestral y enfocado fundamentalmente en corregir toda la red sanitaria.
Diariamente en los centros asistenciales se margina a gran parte de la población a comprar todos los insumos y medicamentos desabastecidos en reiteradas ocasiones -ejemplo: acetaminofén, antihipertensivos, hipoglucemiantes orales, antiinflamatorios, insulina, antibióticos, yodo, algodón, jeringas, sábanas, set de cirugía menor/mayor, etc.-, además de confiar en los internos y médicos en servicio social sometidos a una enorme carga laboral y administrativa -¿Dónde está el personal profesional contratado que devenga un salario?-, afrontar las huelgas constantes por médicos, enfermeras, personal administrativo-asistencial, sufrir en carne viva la protocolización infructuosa de los procedimientos y normas en hospitales y centros asistenciales -infantes muertos por diarrea no rehidratada a priori por un estudiante o interno carente de supervisión por el médico de turno, caso complejo en menor de 5 años con neumonía complicada aún no recuperada después de breve estancia hospitalaria, egreso hospitalario forzado y muerte domiciliaria a los 3 días del egreso por complicaciones, abarrotamiento en salas de espera sin triage, remisiones a otro nivel hospitalario sin que se cumplan los requerimientos ni consideraciones mínimos para dicha movilización, etc.- y a continuar postrados y vacilantes, anhelando un mejor Honduras.
Aplaudo a todos esos médicos, enfermeras y personal asistencial quienes con temple y consciencia han asimilado esta realidad sin decaer, superándose a sí mismos al servir con candidez, eficiencia y humanismo a nuestra población hondureña. ¡Juntos, un mundo mejor es posible!
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