17 oct 2018

¡Érase una vez la salud en Honduras!

A mediados del siglo pasado surgieron varias declaraciones internacionales que defendían los derechos fundamentales del ser humano, entre estos derechos básicos y fundamentales, la salud fue indiscutible, ya que esta nos permite acceder a derechos mas complejos como el social y el político. La salud es un bien social, se comporta como un índice del bienestar y equilibrio de la comunidad y el individuo. La sociedad debe aspirar a mejorar continuamente este nivel de salud mediante acciones enérgicas sin distinciones entre sus individuos y la relación con el ambiente; por lo cual esta transformación no debe limitarse sólo a instituciones sanitarias o gubernamentales, ya que excluye gran parte del contexto social. Una reforma sanitaria requeriría una intromisión absoluta que busque implementar protocolos y doctrinas de salud acordes a nuestras necesidades sociales, renovación de toda estructura físico-virtual obsoleta o precaria y finalmente el establecimiento de  nuevos modelos gerenciales con financiamiento que garantice su desempeño óptimo.  [ Rev Med Hond 2004; 72:110-113 ]

En Honduras se observa desde hace varias décadas un deterioro físico, financiero y organizacional de toda la red sanitaria nacional, además que algunos sectores demandan por una rápida privatización del servicio asistencial de salud, sin que antes se evalúen todas las aristas y escenarios posibles de una realidad nacional caótica. La rudimentaria red de salud en Honduras si cuenta con algunos programas competentes, entre estos y quizás mi favorito el Programa Ampliado de Inmunizaciones o PAI, el cual ostenta enormes resultados, mayor alcance nacional y sostenibilidad auspiciada por organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. Con una infraestructura deficiente en hospitales y centros de salud, una atención médico-sanitaria que no cumple la calidad y la cobertura requerida, la imperiosa necesidad de inversión equitativa en estructura-equipamiento y el casi nulo mantenimiento de dichas infraestructuras durante décadas son algunas de las variantes que caracterizan nuestra red de salud.

La Secretaría de Salud Hondureña cuenta con 1,635 establecimientos públicos de salud: 7 hospitales nacionales, 6 hospitales regionales, 16 hospitales de área, 436 CESAMO (centro de salud con médico general y odontólogo), 1,078 CESAR (centro de salud rural, atendidos por un médico o por una enfermera), 74 clínicas materno-infantil, 3 clínicas de emergencia periférica (CLIPER) y 15 CEO (centros escolares odontológicos). El IHSS (Instituto Hondureño de Seguridad Social) cuenta con 2 hospitales, 7 clínicas periféricas, 1 centro odontológico, 2 centros de medicina y rehabilitación y 1 centro de para atención del adulto mayor. Esto representa 10.1 médicos/ 10,000 habitantes, 9.5 camas hospitalarias/ 10,000 habitantes, 0.4 hospital/ 100,000 habitantes, 2.1 unidades de tomografía computarizada/ 1 millón de habitantes y 0.7 unidades de radioterapia/ 1 millón de habitantes. El gasto total en salud como porcentaje del Producto Interno Bruto-PIB es solamente un 8.5% y representa sólo el 11.5% del presupuesto anual hondureño. El sector privado cuenta con 1,131 establecimientos de salud. [tomado de artículo] 

El gobierno Hondureño publicó recientemente un decreto legislativo con el propósito de intervenir el sistema nacional de salud, mediante la creación de una junta interventora sujeta a presentar un informe trimestral y enfocado fundamentalmente en corregir toda la red sanitaria. 
Diariamente en los centros asistenciales se margina a gran parte de la población a comprar todos los insumos y medicamentos desabastecidos en reiteradas ocasiones -ejemplo: acetaminofén, antihipertensivos, hipoglucemiantes orales, antiinflamatorios, insulina, antibióticos, yodo, algodón, jeringas, sábanas, set de cirugía menor/mayor, etc.-, además de confiar en los internos y médicos en servicio social sometidos a una enorme carga laboral y administrativa -¿Dónde está el personal profesional contratado que devenga un salario?-, afrontar las huelgas constantes por médicos, enfermeras, personal administrativo-asistencial, sufrir en carne viva la protocolización infructuosa de los procedimientos y normas en hospitales y centros asistenciales -infantes muertos por diarrea no rehidratada a priori por un estudiante o interno carente de supervisión por el médico de turno, caso complejo en menor de 5 años con neumonía complicada aún no recuperada después de breve estancia hospitalaria, egreso hospitalario forzado y muerte domiciliaria a los 3 días del egreso por complicaciones, abarrotamiento en salas de espera sin triage, remisiones a otro nivel hospitalario sin que se cumplan los requerimientos ni consideraciones mínimos para dicha movilización, etc.- y a continuar postrados y vacilantes, anhelando un mejor Honduras. 

Aplaudo a todos esos médicos, enfermeras y personal asistencial quienes con temple y consciencia han asimilado esta realidad sin decaer, superándose a sí mismos al servir con candidez, eficiencia y humanismo a nuestra población hondureña. ¡Juntos, un mundo mejor es posible!

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